ACOSO: ¿DENUNCIA LEGÍTIMA O VICTIMIZACIÓN? - MARTA LAMAS


Libro: Acoso: ¿Denuncia legítima o victimización?
Autor: Marta Lamas
Edición: Primera edición
Publicación: México
Editorial: Centzontle 
Año: 2018

EQUIPO:
MARISCAL PAZ SAMANTHA VALERIA
GONZALEZ BARRIOS LORENA
LÓPEZ HERNÁNDEZ RUTH MARLENE 
PEREZ LOPEZ DIANA
HERNANDEZ MARTINEZ MARIA FERNANDA


Marta Lamas
RESUMEN: ACOSO: ¿DENUNCIA LEGÍTIMA O VICTIMIZACIÓN?



PROLOGO ¿QUE PRETENDO?

En el prólogo la autora Marta Lamas, nos habla de la inconformidad de las mujeres ante la desigualdad de todos los tipos posibles, sea por acoso, laboral, discriminación, entre otros:

 “Hoy en día muchísimas mujeres que denuncian acoso sexual canalizan así el malestar y la indignación que les provocan prácticas machistas, agresivas o discriminatorias. Ese ¡basta ya! en realidad es ¡basta ya de desigualdad, basta ya de doble moral, basta ya de discriminación, basta ya de machismo! Así, el discurso hegemónico sobre el acoso reduce, en el significante «acoso», la complejidad de un contexto violento, desigual y explotador.” (Lamas, M., 2018: 9 -10).

Además, nos comenta que este movimiento feminista ha surgido tanto en Estados Unidos como en Francia, cada país a manejado de forma distinta las problemáticas sociales en cuanto a la mujer; también realizó un comentario en el que muchos decían que, ¿por qué se hablaba del movimiento feminista en América Latina?, si la cultura, la forma de interactuar y todo el contexto social es diferente en esos países a nosotros; pero obviamente el hecho de que se den de distintas maneras en otros lugares, o el que no se hable acerca del tema, no quiere decir que no ocurran en América Latina. Marta Lamas comenta que es necesario saber lo que ocurre en otros países, y tomarlo como base.
Lo que pretende Marta Lamas en este libro, es hablar mayormente sobre el acoso sexual de la mujer y la violencia hacia ella, pero no pretende a minorar las afecciones que provocan otras partes discriminatorias acerca de la mujer, ni siquiera dividirlas o clasificarlas, porque al hablar de un tipo de violencia sobre la mujer involucran parte de cada violencia.

DE LA LIBERACIÓN A LA SEXUALIDAD

Como Martha Lamas menciona, es verdad que existen muchos tipos de feminismos, con diferentes perspectivas, cada feminismo defiende diferentes cosas sobre la discriminación y desvalorización de la mujer, ya sea desde el acoso, feminicidios, oportunidades de trabajo, o por ejemplo en este apartado, “la liberación sexual de la mujer” y “la violencia sexual de la mujer”, que se volvió uno de los enemigos más grandes a vencer.
En 1971, hablar de la liberación y violencia sexual de la mujer condujo a una confrontación que se llamó las Sex Wars o guerras en torno a la sexualidad. Esta lucha o guerra, en favor de la igualdad entre hombre y mujer, poco a poco se fue dando a notar en el campo legal, y se comenzaban a dar casos sobre el acoso sexual y la discriminación de las mujeres en el campo laboral; los casos la mayoría de las veces, no proseguían (y siguen sin proseguir actualmente), porque las mujeres debían tener huellas, ya fueran golpes o algún rastro de violación (algo verdaderamente grave, para que las demandas tuvieran validez), pero muchas veces no se podían verificar los manoseos o forcejeos, entonces no se tomaban en cuenta; y como siempre, era la palabra del hombre contra la mujer, por esa razón las mujeres preferían callar y aguantar a dejar su empleo.
Posteriormente Marta Lamas nos menciona que, gracias a estos casos, poco a poco iba surgiendo el combate contra el “sexual harassment”, que surgió de un activismo civil, en contra de la discriminación del empleo y de la lucha feminista contra la violencia hacia las mujeres; este concepto harassment, se traduce como acosamiento u hostigamiento, el cual no estaba todavía reconocido legalmente, por lo que los requerimientos sexuales no eran considerados delito. Por ese motivo, cuando las primeras denuncias laborales fueron formuladas, la Comisión para la Igualdad en el Empleo no asumió la defensa de las demandantes. Fue entonces cuando aparecieron las activistas feministas que se habían organizado en la defensa de las mujeres violentadas.
Y como ese concepto aún no era legal, la denuncia de este “hostigamiento sexual” se iba introduciendo o formulando como un tipo de discriminación que violaba la sección VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohíbe la discriminación por motivos de sexo y raza. En 1975 aparecieron públicamente las primeras organizaciones contra el acoso sexual en el trabajo. Y en Estados Unidos a mitad de los años setenta el hostigamiento sexual en el trabajo era una forma de discriminación.
Muchas personas le dan el crédito a Catherine MacKinnon de ser la pionera de esta lucha, puesto que Sexual Harassment of Working Women, su libro publicado en 1979, fue, sin duda, un hit. Además, como abogada litigante ganó varios juicios, uno de ellos en la Suprema Corte de Justicia. MacKinnon sentó las bases teóricas de la jurisprudencia desde su postura feminista radical e instaló con fuerza la interpretación de que con el acoso laboral se mantenía la relación de dominación patriarcal.
Pero MacKinnon fue más lejos y avanzó sobre otros temas además de la violación, que inscribía dentro de la violencia sexual: la pornografía, el acoso sexual, la prostitución y la trata. Esta abogada se convirtió en la ideóloga principal de lo que hoy se llama feminismo de la dominación o feminismo radical. Esta perspectiva dio forma no sólo a la conceptualización del delito de acoso sexual, sino también a gran parte de la protesta social y de la orientación de la lucha feminista. Esta tendencia feminista ha aportado el encuadre ideológico a los grupos de activistas que luchan contra lo que consideran distintas expresiones de la violencia sexual. MacKinnon sostiene que las mujeres son una clase oprimida, que la sexualidad es la causa de dicha opresión y que la dominación masculina descansa en el poder de los hombres para tratar a las mujeres como objetos sexuales.
Por otro lado, aunque ya el hostigamiento sexual era una forma de discriminación, aún se discutía, la parte legal, es decir, la jurisprudencia feminista, (el termino aparece por primera vez impreso en el número inaugural de la Harvard’s Women’s Law Journal, en 1978. Este tipo de jurisprudencia es una filosofía del derecho basada en la igualdad política, económica y social de los sexos. Como campo de estudios jurídicos, influye en muchos debates sobre la violencia sexual y doméstica, la desigualdad en el lugar de trabajo y la discriminación basada en el género. Las leyes que afectan el empleo, el divorcio, los derechos reproductivos, la violación, la violencia doméstica y el acoso sexual), se logra dar, pero solo desde una perspectiva demasiado sexualizada, es decir los casos de demandas sobre el acoso sexual, se evaluaban en que tanto grado de sexualidad tenía la afección hacia la mujer, y como dice Schultz, este tipo de hostigamiento, comenzaba a dominar, y por otro lado a invisibilizar otras formas de hostigamiento que “no” incluían conductas solamente sexuales, como las burlas, discriminación, el interpretar socialmente “que las mujeres no son capaces para determinadas tardes” es decir, cosas que atentan contra las cualidades y habilidades de la persona; que incluyen estereotipos, por ejemplo cosas que supuestamente son solo para hombres y otras para mujeres.
Para Schultz, en este sentido el hostigamiento se refiere a la intención de reproducir la jerarquización masculina (es decir, de tener una autoridad, el ser superior). Se basa mucho en la segregación laboral, en la negativa de enseñar a mujeres cosas que hacen los hombres por no creerlas capaces de realizar ciertas actividades, y con ello Schultz realiza una reconceptualización sobre el hostigamiento.

VIOLENCIA SEXUAL Y VICTIMISMO MUJERISTA

Uno de los triunfos que nos comenta Marta Lamas, sobre las feministas, es que hayan hecho visible la violencia, y que los casos sobre mujeres violentadas, golpeadas y asesinadas se comenzaron a contabilizar, y ante la sociedad comenzó a tener la magnitud de un problema.

A medida que las feministas empezaron a denunciar los casos de mujeres violadas, golpeadas, asesinadas, y esos casos se empezaron a contabilizar, surgió ante los ojos de la sociedad la magnitud de un problema que se padecía de manera individual.
En 1987 la Asamblea General de la ONU, definió a las víctimas como personas que, individual o colectivamente, han sufrido daño, incluyendo daño físico o mental, sufrimiento emocional, pérdida económica o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, a través de actos u omisiones que violan la ley, incluidas aquellas que prescriben el abuso de poder.
El victimismo es la actitud que consiste en definirse prioritariamente como víctima o, como dijo Carlos Monsiváis, es la pretensión de centrar toda la identidad en la condición de víctima.
Algunas feministas francesas han cuestionado también las posiciones extremistas de las dominance feminists. Para Badinter ese feminismo ha sido una de las puntas de lanza de un proceso social de victimización de la condición femenina, que ha alentado actitudes victimistas.
Larrauri además de fortalecer un paradigma político conservador sobre el género y la sexualidad, el uso creciente del discurso sobre la mujer víctima es un elemento clave del proceso en el que la lucha feminista contra la violencia hacia las mujeres se ha vuelto funcional para el neoliberalismo y su política carcelaria.
Como señalan Schultz y Halley, también los varones viven acoso sexual, sólo que el discurso mujerista dificulta visualizar la diversidad de abusos sexuales que existe, y las distintas maneras de vivirlos.
La perspectiva mujerista sostiene que las mujeres tienen una esencia distinta y sustantivamente mejor que la de los hombres.
La sexualidad masculina se perfila como la mayor amenaza para las mujeres, y se exige al Estado que despliegue su “protección a las mujeres”, lo que refuerza el estereotipo de la vulnerabilidad femenina.
Las dominance feminists interpretan la subordinación de las mujeres como un daño absoluto y, además, están convencidas de que la mujer es inocente siempre, sin advertir la parte del daño que toca a los hombres.

LA EPIDEMIA DE ACOSO EN LAS UNIVERSIDADES ESTADOUNIDENSES  

A mitad de los ochenta, en Estados Unidos estalló el escándalo del acoso sexual en los campus universitarios.
El pánico sexual es una vertiente del pánico moral. El concepto pánico moral nombra una reacción inapropiada de la sociedad ante cuestiones menores, e implica un miedo desproporcionado ante el peligro real de que ocurra lo que se teme.
Jock Young, dice que el pánico social es la forma extrema de la indignación moral.
Según Sean Hier el elemento moral del pánico es la indignación ante la violación de un valor cultural compartido, lo que significa, una amenaza a la propia identidad y una confirmación de ella.
Los medios de comunicación desempeñan un papel importante en la generalización distorsionada y tremendista de ciertos casos, y así una batalla legítima e indispensable contra la violencia sexual se ha ido convirtiendo en una cruzada moralista. Asimismo, el amarillismo mediático ha alentado una perspectiva que exige la intervención del sistema penal ante problemas sociales, lo cual termina criminalizando a quienes más los padecen.
En Estados Unidos las denuncias de casos escandalosos de acoso llevaron tanto a los conservadores religiosos como a las feministas radicales a denunciar una epidemia de violencia sexual.
Katie Roiphe no hace una investigación sociológica sobre la vida estudiantil, ni mide con estadísticas lo que ocurre, sino que narra lo que encontró, y reflexiona sobre qué significan las reacciones ante lo que se considera, de forma inverosímil, el sexual harassment.
Para Roiphe el objetivo de reducir las posibilidades de acoso también redujo la posibilidad de profundizar en relaciones significativas y gratificantes.
Los protocolos universitarios para el manejo de la mala conducta sexual se diseñaron al vapor y bajo presión, por lo que tuvieron fallas graves, como la de dar a conocer el nombre de la persona acusada antes de haberse realizado la investigación. Estudiantes que se habían sentido acosadas por una mirada o una propuesta, al no lograr que el profesor fuera despedido por acosador, acudieron a la justicia. Todo esto marcó en Estados Unidos el inicio de un cambio cultural regresivo en el ambiente universitario.

Cuando Roiphe expresó su preocupación por el clima asombrosamente intolerante que veía en las universidades y por el pánico sexual que veía extenderse, recibió reacciones iracundas.

LA DISPUTA CULTURAL ENTRE FRANCIA Y ESTADOS UNIDOS

El movimiento “#MeToo” que se realizó en Estados Unidos, causo un gran impacto en todo el mundo, y eso fue debido, que, en el mes de octubre en el 2017, una publicación salió a la luz por parte de The New York, en el que mencionaba una gran cantidad de acusaciones sobre el acoso sexual que se habían realizado durante mucho tiempo.
Un magnate llamado Harvey Weinstein, perteneciente de Hollywood, fue despedido de su propia empresa y al llegar esta noticia, todas las artistas que estuvieron trabajando con él, alzaron la voz, ya que habían sufrido acoso sexual durante su cargo y por otros hombres que eran demasiado poderosos.
El #MeToo permitió que todas las mujeres que habían sufrido acoso sexual alzaran la voz y demostraron que el problema era mucho más grande de lo que pensaban. En si este movimiento no inicio en el 2017 sino en el 2007 por Tarana Burke, pero no tuvo ese éxito, ya que no tenía ese poder de ser visible como las actrices.
En el año de 2016 un grupo de chicas jóvenes empezaron a utilizar las redes sociales para crear una plataforma en el que varias mujeres empezaran a realizar sus denuncias por haber sufrido acoso y por supuesto también se suscitó en México.
Una periodista francesa llamada Sandra Müller lanzo #BalanceTonPorc, que significa “Denuncia a tu cerdo” un día antes de que se lanzara #MeToo por Alyssa Milano, en el que estaba incitando a toda la población mujer francesa a denunciar a sus acosadores, pero lamentablemente no fue muy difundido como #MeToo en todo el mundo.
Un mes después, en Francia ,el presidente Emmanuel Macron, menciono en su discurso ,del Día de la lucha contra la violencia hacia las mujeres: Que los criminales que se dedicaban a acosar,agredir,etc.., no debían darle alguna excusa por sus actos inmorales y que era indispensable de que fueran identificados y por ende llevados ante la justicia, además de que la sociedad debía estar unida y defenderse unos a otros para que este tipo de actos no pasaran por alto, para que así las mujeres francesas no tuvieran miedo de salir  y pudieran vivir con tranquilidad. Además de que no quería que la relación entre hombre y mujer existiera un dominio, ya que él no consideraba estar en una sociedad puritana.
Al decir esto el Presidente de Francia, hizo mención de un elemento muy importante de una vieja disputa cultural que tenía con Estados Unidos: Y esto era con respecto a las relaciones entre hombres y mujeres, con una una oposición que existía entre las valoraciones francesas y estadounidenses.
A pesar de que esas dos naciones marcaron al mundo con una aspiración de “Igualdad y libertad”, La cultura latina tiene una manera de expresión distinta a las otras dos y en especial con lo que respecta a la sexualidad. Esta diferencia que existe entre las culturas, se ha caracterizado a Francia como una nación que no teme del sexo, que sabe practicar la seducción y por supuesto que está enamorada del amor, y a Estados Unidos a ser considerado como un país en el que son puritanos reprimidos.
Tiempo después, en Francia llego la regulación del acoso sexual en el trabajo. Así que a mediados de los 80’s en la comunidad europea se volvió prioridad política el tema del acoso sexual. La Suprema Corte de Estados Unidos le encargo a Michael Rubinstein una investigación, en el que mencionaba la problemática del acoso sexual en la comunidad europea y también definiendo el acoso, como un acto en el que se puede causar tanto físico o verbal y en el que la víctima se pueda sentir vulnerable u ofendida.
En el año de 1992 la Comisión Europea decidió incluir a los hombres para que hubiera una protección digna en el espacio de trabajo. Y además en ese mismo año Francia decidió que en el código penal se incluyera el hostigamiento sexual.
Veronique Neiertz, una ministra de Derechos de la Mujer, propuso que para que se evitara caer la “represión a la americana”, el hostigamiento tenía que tomarse como: “Un abuso de poder de autoridad, pero no entre colegas”. El trabajo de Marie-France Hirigoyen mezclo elementos de la perspectiva radical con términos terapéuticos, para así poder introducir el concepto de “acoso moral”. Hablando un poco de Hirigoyen, es una psiquiatra /psicoanalista francesa, que se formó en Estados Unidos en victimología, donde tuvo oportunidad de asimilar el problema del mobbing. Además, interpreta acción de acoso moral como una conducta en el que se dirige a producir desde un miedo hasta desanimar y principalmente esto se da en el espacio laboral, pero por supuesto no solo es en lo laboral.
Se dice que una situación de acoso que ha sido muy prolongada durante algún tiempo puede ocasionar que la víctima acuda al suicidio, ya que no encuentra otra escapatoria que la muerte.
El principal objetivo del “acoso moral” es que la víctima, que suele ser como un objetivo peligroso, deje su puesto de trabajo, sin que la persona acosadora se haya manchado las manos. A Hirigoyen, le pareció el acoso sexual como una forma de acoso moral y aunque añaden a ambos sexos, la mayoría que ha tenido una cantidad de acosos es la mujer y esto debido a algunos hombres que suelen tener una jerarquía superior a la de ellas.
Además, señalo varias categorías de acoso sexual:
  • El acoso de género, que consiste en tratar a una mujer distinto porque es mujer, con observaciones o comportamientos sexistas
  • El comportamiento seductor
  • El chantaje sexual. (el único que se penaliza en Francia).
  • La tención sexual no deseada.
  • La imposición sexual
  • El asalto sexual.
En 1995, Una historiadora llamada Mona Ozouf soltó una gran bomba en la guerra cultural, ya que comparo al feminismo estadounidense con el francés y sostuvo que la relación que había entre mujeres y hombres era totalmente en Francia que en Estados Unidos. Y según ella el feminismo en Francia se había desarrollado una especificidad más benéfica, muy distinta del “agresivo diferencialismo estadounidense”, en el cual la figura de las lesbianas que odian a los hombres y los consideran a todos como violadores y por supuesto acosadores, que desempeñan un papel preponderante. A lo que su libro causo un intenso debate e irrito a feministas de los dos lados del Atlántico.
Elizabeth Badinter ya antes había hablado sobre la excepción francesa, en el que hacía referencia la relación entre ambos sexos, además comento que en Francia existía una relación privilegiada entre mujeres y hombres, en cual consistía en tener más dulzura, mayor solidaridad y un plus de seducción que se le da en otros países, por lo que llego afirmar que lo que horrorizaba a los franceses (tanto hombre o mujeres) era la guerra entre sexos o su segregación. Además de que hasta eso los franceses tenían éxito, porque ellos no le tenían miedo a las mujeres que los anglosajones.
Con respecto a Ozouf que califico la singularidad francesa y Badinter llamo la excepcionalidad francesa, a ambas les llegaron fuertes críticas por querer mistificar una identidad nacional.
Mientras tanto una figura intelectual feminista estadounidense, critico a Ozouf por estar postulando con reduccionismo y simplismo una identidad construida como si fuera una esencia en común. Tal que definió a esa postura desde una perspectiva psicoanalítica, como un intento de proteger la integridad de un feminismo francés imaginario de la perversión de un también imaginario feminismo americano.
En el 2011,hubo un caso de agresión sexual de parte de un Político llamado Dominique Strauss Kahn hacia una camarera afroamericana en un hotel en Estados Unidos, causo un gran impacto ya que el Gobierno de Estados Unidos tomo cartas en el asunto de tal acto inmoral hacia la camarera , y no solo tomaron la declaración de ella ,sino de varias denuncias que salieron a la luz de distintas mujeres, cosa que algunos franceses clasistas,racistas,etc., al enterarse declararon su opinión defendiendo al agresor, ya  que para ellos no tenía nada de malo de que el hombre haya tocado a la camarera. Y tal hecho indigno no solo a los estadounidenses sino también a miles de franceses por tales comentarios fuera de lugar. Por lo que en esta situación se puede ver la clara diferencia de que ambos países: piensan, opinan y actúan de diferente manera. Tal que a los estadounidenses no les ha importado si es un político, artista o un importante personaje que comete un acto de violencia, prefieren hacer justicia, que siga en libertad haciendo sus fechorías, mientras que en Francia eso lo toman sin importancia y prefieren olvidar esa situación, para no perjudicar al agresor que acosa a las mujeres y más si son famosos.

LA CONTROVERSIA EN MÉXICO

Un piropo es distinto de una grosería, y una grosería es distinta de un manoseo. Una agresión sexual no es una violación, y una violación individual no es lo mismo que una violación tumultuaria. Si el acoso se considera como una conducta que “perturba con insistencia”, un comportamiento no deseado, verbal o físico, que esporádicamente crea una situación intimidatoria, hostil, humillante u ofensiva, ¿esto se puede considerar como acoso?
En el 2017, una mujer llamada Tamara de Anda denuncio a un taxista por decirle “guapa” y el cual lo calificó como un acosador, lo que provoco que el taxista fuera acusado por decir tal palabra fuera de lugar y el que se quedara varias horas en la cárcel por no haber pagado su multa.
Por lo que aquí se puede notar que cualquier palabra que le emita el hombre desconocido hacia la mujer, esta se sienta atacada u ofendida, pero si es un conocido que le emite esa palabra de lo que es un halago, le provoque bienestar y no sintiéndose acosada.
Lo que destaca Bolívar Echeverría es que la americanización, es un fenómeno que en México debido a la dependencia que se tiene con los vecinos, es decir, que nuestra mirada está en Estados Unidos. Y esto por supuesto ha influido en nosotros.
May Diets planteo hace unos años que “el contexto es lo que cuenta”. Un intenso debate del movimiento feminista estadounidense que ha enmarcado la disputa feminista en todo el mundo, y por supuesto México no ha sido la excepción, de la que ha escapado de su influencia teórica y desde luego política.
Las posturas de grandes sectores de la sociedad sobre la sexualidad están atravesadas por una doxa. La doxa se expresa en una doble moral que condensa las concepciones sociales en torno a lo que significa ser hombre o mujer y, en especial, valora de manera diferenciada las actividades sexuales de las mujeres y de los hombres
Según Caro Baroja, los conceptos de “honra” y “vergüenza” en España, están vinculados de manera diferenciada a la sexualidad, ejercieron gran presión sobre las sociedades de épocas posteriores. En la conquista esta valoración diferenciada se trasladó a la Nueva España e impacto en los códigos de los antiguos mexicanos.
En la Tradición Judeocristiana las virtudes femeninas con respecto a la sexualidad son la castidad, la fidelidad y el recato, mientras que la sexualidad femenina fuera de los marcos de la decencia, o sea, de una relación estable y amorosa, produce rechazo y escandalo: la mujer mancha su reputación
En México la negación del deseo sexual femenino se contrapone a la creencia de que los varones requieren “variedad sexual”, para su salud, por lo que tradicionalmente ha sido aceptado que tengan múltiples encuentros sexuales no sólo antes del matrimonio, sino incluso después; y también que no sean estigmatizados por tener aventuras. Además, la simbolización heteronormativa de la sexualidad es la de un servicio que requieren los hombres y que las mujeres son las que lo otorgan, es decir, en el ámbito privado las novias y esposas lo hacen amorosa y gratuitamente, mientras que en el ámbito público las trabajadoras sexuales cobran.
El cómo tomamos las palabras quiere decir que nuestro contexto es uno de doble moral sexual. Las creencias y las prácticas sexuales de grandes sectores de nuestra sociedad siguen moldeadas o condicionadas por la “doxa” de raigambre religiosa que anteriormente se había mencionado. El cual transmite la idea de que los hombres son considerados como los cazadores y las mujeres tomadas como las presas, ya que si las mujeres no quieren ser cazadas es mejor que se queden en sus hogares, en el cual así se podrán encontrar bien resguardadas y no ser una presa más. A lo que se puede interpretar como machismo, el cual marca el espacio público como masculino.
En México la legislación sobre acoso, abuso y hostigamiento sexual es diferente en cada entidad federativa, e incluso la definición de los términos es distinta.

Estefanía Vela encuentra la existencia de un grave problema de acceso a la justicia para la violencia en el trabajo que viven las mujeres.
Ella considera que pocos de los delitos de acoso y hostigamiento sexual llegan ante tribunales y ésto tiene que ver con lo que implica poner una demanda en el sistema de impartición de Justicia: desde la falta de capacitación de los funcionarios públicos y el machismo de muchos de ellos hasta los lentos procedimientos para levantar una denuncia, sin hablar también de las insinuaciones de "facilitar" el proceso mediante una "contribución económica".

Duncan Kennedy analiza el abuso sexual y señala que existe abusos de mujeres a hombres; de hombres a otros hombres; y mujeres a otras mujeres, pero él sólo analiza el abuso de los hombres hacia las mujeres. Él define abuso sexual como algo que los hombres les hacen a las mujeres, en parte porque son mujeres, y aunque está jurídicamente restringido "al mismo tiempo se tolera".
Kennedy sostiene que gran parte del comportamiento masculino aceptado es abusivo y plantea como eje central de su argumentación el hecho de que existe un profundo conflicto de intereses entre mujeres y hombres respecto a la prevención del abuso sexual. El conflicto de intereses entre mujeres y hombres se profundiza por el control masculino de los procesos legislativos, judiciales y administrativos, pues la clase dirigente es masculina, el sistema jurídico condena en abstracto el abuso sexual de las mujeres por parte de los hombres y al mismo tiempo permite que se toleren muchísimas formas de abuso.
Plantea que hay abuso porque hay normas sobre lo que debe ser una mujer, en especial, sobre cómo debe comportarse y arreglarse: la ropa significa y manda mensajes.
El abuso sexual impone normas culturales y es un elemento estructurante la construcción de la sexualidad femenina y la masculina. Él retoma el concepto erotización de la dominación -presente en los productos culturales- con el cual nombra el hecho de que tanto hombres como mujeres se excitan con vivencias e imágenes de dominación masculina sobre las mujeres.
Considera que para eliminar el abuso habría que ampliar la voluntad de denuncia de las mujeres y que la definición de abuso debería ser más cruda para las mujeres que mienten sobre el hecho de haber sido acosadas.
Todas las personas deberíamos tener un interés erótico en reducir el abuso, pues seríamos más libres sexualmente, pero el discurso social del acoso en lugar de favorecer tal opción la dificulta.

La forma en que cada vez más se denuncia el acoso plantea un grave problema, pues a confundir distintas prácticas machistas con una conducta que supuestamente tiene un origen sexual genera intentos de imponer cierto control a la conducta sexual de los ciudadanos.

La vida social, en todas las culturas del mundo, se ha organizado en torno a la sexualidad y, en específico, a las relaciones sexuales, y ha desarrollado expresiones y normas distintas en cada variación local. Gayle Rubin expresa: los actos sexuales están cargados con un exceso de significación.
En nuestro caso, el discurso cultural dominante ha simbolizado y representado a la sexualidad como peligrosa para las mujeres. Las feministas han luchado por transformar la representación y para que el movimiento feminista hable igual de poderosamente a favor del placer sexual que como lo hace en contra del peligro sexual.
En la disputa en relación con el acoso participan muchas personas que se encuentran en cómodas ante la liberalización de las costumbres sexuales y que han encontrado la forma de encauzar políticamente esa incomodidad.
Katie Roiphe considera que la obsesión por el consentimiento y por las reglas sexuales expresa una fe utópica en la posibilidad de crear un mundo sexualmente seguro y señala que la sexualidad es todo menos segura.
Siempre ha existido una conflictividad inherente a la sexualidad humana, que Freud calificó de malestar en la cultura y consiste en el irremediable antagonismo entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura.

Russell Jacoby Define amnesia social aquella que elimina de la dinámica sociopolítica la memoria y dificulta comprender que nos está pasando. La amnesia social le sirve a la dinámica sociopolítica de la época actual, que transmite la creencia de que todo puede ser conocido, e ignora las rupturas y desplazamientos que provoca la existencia de lo inconsciente.
Por la amnesia social no sólo se olvida lo que sabe el psicoanálisis; también se olvida ciertas cuestiones cívicas básicas como la responsabilidad personal. Ahora bien, no va a ser fácil acabar con el quid pro quo, pues el intercambio de favores sexuales por otras cuestiones es una práctica ancestral. La sexualidad instrumental, que es muy frecuente, se contrapone con la sexualidad expresiva. Distintos grados de necesidad llevan a muchas personas a realizar variados tipos de intercambio sexuales. En las denuncias del #MeToo y #BalanceTonPorc precisamente lo que se olvida es que muchas de las denunciantes obtuvieron algo a cambio. Para eliminar la práctica de usar el capital erótico para obtener algo a cambio faltaría antes redistribuir el capital económico y político que sigue mayoritariamente en mano de los varones. Es evidente que también habría que eliminar la precariedad laboral y garantizarle a todo ser humano servicios médicos y seguridad social por el solo hecho de estar vivo. Eso reduciría los intercambios desesperados y sórdidos que hacen las mujeres.
La política neoliberal que integra las mujeres como mano de obra barata a un mercado voraz, ha abordado la reproducción de la desigualdad entre mujeres y hombres con el discurso de que las mujeres son "víctimas" que deben ser protegidas.
Las francesas introducen un asunto fundamental cuando señalan: para aquellas de entre nosotras que han elegido tener hijos, estimamos que es más juicioso educar a nuestras hijas de manera que estén lo suficientemente informadas y conscientes para poder vivir plenamente su vida sin dejarse intimidar ni culpabilizar.
El reclamo es el de la intervención punitiva, que provoca una respuesta individual negativa: a más reglas, menos responsabilidad personal. Se necesita más educación y menos castigos.
Duncan Kennedy calificó a los conflictos como “ crisis cultural que amenaza socavar los otros elementos de la Gestalt” y Marcel Gauchet lo califica de “mutación antropológica”.
Algunas de las prácticas que se engloban bajo el término “acoso” se producen y legitiman dentro de lo que Erving Goffman nombró como “el arreglo de los sexos”, se desarrolló a partir de conceptualizar la diferencia sexual como un código fundamental según el cual se construyen las interacciones sociales y las estructuras sociales.
Gracia a las creencias se considera que las diferencias entre hombres y mujeres son algo dado biológicamente, en lugar de atribuirlo a la organización social.
El “machismo” desempeña un papel fundamental en esta conflictividad social; los machistas no sólo se ensañan con las mujeres, sino también lo hacen con los gays, las personas trans y con otros hombres.
Bordieu postula que “lo esencial de la dominación masculina es la violencia simbólica”, ya que impide que las personas dominadas no se reconozcan como tales.
 Ximena Andión mencionó que habría que precisar las definiciones de abuso sexual, acoso sexual y hostigamiento sexual y así lograr su homologación en los distintos códigos de nuestro país. También mencionó que habría que distinguirse entre un roce involuntario, incluso una erección involuntaria, de un acercamiento deliberado.
En México el movimiento #MeToo demostró que se puede denunciar sin vergüenza de haber sido acosada.  Lo que en otras partes de llama “violencia”, en México constituye una condición esencial de nuestra experiencia cotidiana.



Comentarios

Entradas populares