ACOSO: ¿DENUNCIA LEGÍTIMA O VICTIMIZACIÓN? - MARTA LAMAS
Libro: Acoso: ¿Denuncia legítima o victimización?
Autor: Marta Lamas
Edición: Primera edición
Publicación: México
Editorial: Centzontle
Año: 2018
EQUIPO:
Autor: Marta Lamas
Edición: Primera edición
Publicación: México
Editorial: Centzontle
Año: 2018
EQUIPO:
MARISCAL PAZ SAMANTHA VALERIA
GONZALEZ BARRIOS LORENA
LÓPEZ HERNÁNDEZ RUTH MARLENE
PEREZ LOPEZ DIANA
HERNANDEZ MARTINEZ MARIA FERNANDA
Marta Lamas
RESUMEN:
ACOSO: ¿DENUNCIA LEGÍTIMA O VICTIMIZACIÓN?
PROLOGO ¿QUE PRETENDO?
En el
prólogo la autora Marta Lamas, nos habla de la inconformidad de las mujeres
ante la desigualdad de todos los tipos posibles, sea por acoso, laboral,
discriminación, entre otros:
“Hoy en día muchísimas mujeres que denuncian
acoso sexual canalizan así el malestar y la indignación que les provocan
prácticas machistas, agresivas o discriminatorias. Ese ¡basta ya! en realidad
es ¡basta ya de desigualdad, basta ya de doble moral, basta ya de discriminación,
basta ya de machismo! Así, el discurso hegemónico sobre el acoso reduce, en el
significante «acoso», la complejidad de un contexto violento, desigual y
explotador.” (Lamas, M., 2018: 9 -10).
Además,
nos comenta que este movimiento feminista ha surgido tanto en Estados Unidos
como en Francia, cada país a manejado de forma distinta las problemáticas
sociales en cuanto a la mujer; también realizó un comentario en el que muchos
decían que, ¿por qué se hablaba del movimiento feminista en América Latina?, si
la cultura, la forma de interactuar y todo el contexto social es diferente en
esos países a nosotros; pero obviamente el hecho de que se den de distintas
maneras en otros lugares, o el que no se hable acerca del tema, no quiere decir
que no ocurran en América Latina. Marta Lamas comenta que es necesario saber lo
que ocurre en otros países, y tomarlo como base.
Lo que
pretende Marta Lamas en este libro, es hablar mayormente sobre el acoso sexual
de la mujer y la violencia hacia ella, pero no pretende a minorar las
afecciones que provocan otras partes discriminatorias acerca de la mujer, ni
siquiera dividirlas o clasificarlas, porque al hablar de un tipo de violencia
sobre la mujer involucran parte de cada violencia.
Como
Martha Lamas menciona, es verdad que existen muchos tipos de feminismos, con
diferentes perspectivas, cada feminismo defiende diferentes cosas sobre la
discriminación y desvalorización de la mujer, ya sea desde el acoso,
feminicidios, oportunidades de trabajo, o por ejemplo en este apartado, “la
liberación sexual de la mujer” y “la violencia sexual de la mujer”, que se
volvió uno de los enemigos más grandes a vencer.
En
1971, hablar de la liberación y violencia sexual de la mujer condujo a una
confrontación que se llamó las Sex Wars o guerras en torno a la sexualidad.
Esta lucha o guerra, en favor de la igualdad entre hombre y mujer, poco a poco
se fue dando a notar en el campo legal, y se comenzaban a dar casos sobre el
acoso sexual y la discriminación de las mujeres en el campo laboral; los casos
la mayoría de las veces, no proseguían (y siguen sin proseguir actualmente),
porque las mujeres debían tener huellas, ya fueran golpes o algún rastro de
violación (algo verdaderamente grave, para que las demandas tuvieran validez),
pero muchas veces no se podían verificar los manoseos o forcejeos, entonces no
se tomaban en cuenta; y como siempre, era la palabra del hombre contra la
mujer, por esa razón las mujeres preferían callar y aguantar a dejar su empleo.
Posteriormente
Marta Lamas nos menciona que, gracias a estos casos, poco a poco iba surgiendo
el combate contra el “sexual harassment”, que surgió de un activismo civil, en
contra de la discriminación del empleo y de la lucha feminista contra la
violencia hacia las mujeres; este concepto harassment, se traduce como
acosamiento u hostigamiento, el cual no estaba todavía reconocido legalmente,
por lo que los requerimientos sexuales no eran considerados delito. Por ese
motivo, cuando las primeras denuncias laborales fueron formuladas, la Comisión
para la Igualdad en el Empleo no asumió la defensa de las demandantes. Fue
entonces cuando aparecieron las activistas feministas que se habían organizado
en la defensa de las mujeres violentadas.
Y como
ese concepto aún no era legal, la denuncia de este “hostigamiento sexual” se
iba introduciendo o formulando como un tipo de discriminación que violaba la
sección VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohíbe la
discriminación por motivos de sexo y raza. En 1975 aparecieron públicamente las
primeras organizaciones contra el acoso sexual en el trabajo. Y en Estados
Unidos a mitad de los años setenta el hostigamiento sexual en el trabajo era
una forma de discriminación.
Muchas
personas le dan el crédito a Catherine MacKinnon de ser la pionera de esta
lucha, puesto que Sexual Harassment of Working Women, su libro publicado en
1979, fue, sin duda, un hit. Además, como abogada litigante ganó varios
juicios, uno de ellos en la Suprema Corte de Justicia. MacKinnon sentó las
bases teóricas de la jurisprudencia desde su postura feminista radical e
instaló con fuerza la interpretación de que con el acoso laboral se mantenía la
relación de dominación patriarcal.
Pero
MacKinnon fue más lejos y avanzó sobre otros temas además de la violación, que
inscribía dentro de la violencia sexual: la pornografía, el acoso sexual, la
prostitución y la trata. Esta abogada se convirtió en la ideóloga principal de
lo que hoy se llama feminismo de la dominación o feminismo radical. Esta
perspectiva dio forma no sólo a la conceptualización del delito de acoso
sexual, sino también a gran parte de la protesta social y de la orientación de
la lucha feminista. Esta tendencia feminista ha aportado el encuadre ideológico
a los grupos de activistas que luchan contra lo que consideran distintas
expresiones de la violencia sexual. MacKinnon sostiene que las mujeres son una
clase oprimida, que la sexualidad es la causa de dicha opresión y que la
dominación masculina descansa en el poder de los hombres para tratar a las
mujeres como objetos sexuales.
Por
otro lado, aunque ya el hostigamiento sexual era una forma de discriminación,
aún se discutía, la parte legal, es decir, la jurisprudencia feminista, (el
termino aparece por primera vez impreso en el número inaugural de la Harvard’s
Women’s Law Journal, en 1978. Este tipo de jurisprudencia es una filosofía del
derecho basada en la igualdad política, económica y social de los sexos. Como
campo de estudios jurídicos, influye en muchos debates sobre la violencia
sexual y doméstica, la desigualdad en el lugar de trabajo y la discriminación
basada en el género. Las leyes que afectan el empleo, el divorcio, los derechos
reproductivos, la violación, la violencia doméstica y el acoso sexual), se
logra dar, pero solo desde una perspectiva demasiado sexualizada, es decir los
casos de demandas sobre el acoso sexual, se evaluaban en que tanto grado de sexualidad
tenía la afección hacia la mujer, y como dice Schultz, este tipo de
hostigamiento, comenzaba a dominar, y por otro lado a invisibilizar otras
formas de hostigamiento que “no” incluían conductas solamente sexuales, como
las burlas, discriminación, el interpretar socialmente “que las mujeres no son
capaces para determinadas tardes” es decir, cosas que atentan contra las
cualidades y habilidades de la persona; que incluyen estereotipos, por ejemplo
cosas que supuestamente son solo para hombres y otras para mujeres.
Para
Schultz, en este sentido el hostigamiento se refiere a la intención de
reproducir la jerarquización masculina (es decir, de tener una autoridad, el
ser superior). Se basa mucho en la segregación laboral, en la negativa de
enseñar a mujeres cosas que hacen los hombres por no creerlas capaces de
realizar ciertas actividades, y con ello Schultz realiza una
reconceptualización sobre el hostigamiento.
VIOLENCIA SEXUAL Y VICTIMISMO MUJERISTA
Uno de
los triunfos que nos comenta Marta Lamas, sobre las feministas, es que hayan
hecho visible la violencia, y que los casos sobre mujeres violentadas,
golpeadas y asesinadas se comenzaron a contabilizar, y ante la sociedad comenzó
a tener la magnitud de un problema.
A
medida que las feministas empezaron a denunciar los casos de mujeres violadas,
golpeadas, asesinadas, y esos casos se empezaron a contabilizar, surgió ante
los ojos de la sociedad la magnitud de un problema que se padecía de manera
individual.
En
1987 la Asamblea General de la ONU, definió a las víctimas como personas que,
individual o colectivamente, han sufrido daño, incluyendo daño físico o mental,
sufrimiento emocional, pérdida económica o menoscabo sustancial de sus derechos
fundamentales, a través de actos u omisiones que violan la ley, incluidas
aquellas que prescriben el abuso de poder.
El
victimismo es la actitud que consiste en definirse prioritariamente como víctima
o, como dijo Carlos Monsiváis, es la pretensión de centrar toda la identidad en
la condición de víctima.
Algunas
feministas francesas han cuestionado también las posiciones extremistas de las
dominance feminists. Para Badinter ese feminismo ha sido una de las puntas de
lanza de un proceso social de victimización de la condición femenina, que ha
alentado actitudes victimistas.
Larrauri
además de fortalecer un paradigma político conservador sobre el género y la
sexualidad, el uso creciente del discurso sobre la mujer víctima es un elemento
clave del proceso en el que la lucha feminista contra la violencia hacia las
mujeres se ha vuelto funcional para el neoliberalismo y su política carcelaria.
Como
señalan Schultz y Halley, también los varones viven acoso sexual, sólo que el
discurso mujerista dificulta visualizar la diversidad de abusos sexuales que
existe, y las distintas maneras de vivirlos.
La
perspectiva mujerista sostiene que las mujeres tienen una esencia distinta y
sustantivamente mejor que la de los hombres.
La
sexualidad masculina se perfila como la mayor amenaza para las mujeres, y se
exige al Estado que despliegue su “protección a las mujeres”, lo que refuerza
el estereotipo de la vulnerabilidad femenina.
Las
dominance feminists interpretan la subordinación de las mujeres como un daño
absoluto y, además, están convencidas de que la mujer es inocente siempre, sin
advertir la parte del daño que toca a los hombres.
LA EPIDEMIA DE ACOSO EN LAS UNIVERSIDADES ESTADOUNIDENSES
A
mitad de los ochenta, en Estados Unidos estalló el escándalo del acoso sexual
en los campus universitarios.
El
pánico sexual es una vertiente del pánico moral. El concepto pánico moral
nombra una reacción inapropiada de la sociedad ante cuestiones menores, e
implica un miedo desproporcionado ante el peligro real de que ocurra lo que se
teme.
Jock
Young, dice que el pánico social es la forma extrema de la indignación moral.
Según
Sean Hier el elemento moral del pánico es la indignación ante la violación de
un valor cultural compartido, lo que significa, una amenaza a la propia
identidad y una confirmación de ella.
Los
medios de comunicación desempeñan un papel importante en la generalización
distorsionada y tremendista de ciertos casos, y así una batalla legítima e
indispensable contra la violencia sexual se ha ido convirtiendo en una cruzada
moralista. Asimismo, el amarillismo mediático ha alentado una perspectiva que
exige la intervención del sistema penal ante problemas sociales, lo cual
termina criminalizando a quienes más los padecen.
En
Estados Unidos las denuncias de casos escandalosos de acoso llevaron tanto a
los conservadores religiosos como a las feministas radicales a denunciar una
epidemia de violencia sexual.
Katie
Roiphe no hace una investigación sociológica sobre la vida estudiantil, ni mide
con estadísticas lo que ocurre, sino que narra lo que encontró, y reflexiona
sobre qué significan las reacciones ante lo que se considera, de forma inverosímil,
el sexual harassment.
Para
Roiphe el objetivo de reducir las posibilidades de acoso también redujo la
posibilidad de profundizar en relaciones significativas y gratificantes.
Los
protocolos universitarios para el manejo de la mala conducta sexual se
diseñaron al vapor y bajo presión, por lo que tuvieron fallas graves, como la de
dar a conocer el nombre de la persona acusada antes de haberse realizado la
investigación. Estudiantes que se habían sentido acosadas por una mirada o una
propuesta, al no lograr que el profesor fuera despedido por acosador, acudieron
a la justicia. Todo esto marcó en Estados Unidos el inicio de un cambio
cultural regresivo en el ambiente universitario.
Cuando
Roiphe expresó su preocupación por el clima asombrosamente intolerante que veía
en las universidades y por el pánico sexual que veía extenderse, recibió
reacciones iracundas.
LA DISPUTA CULTURAL ENTRE FRANCIA Y
ESTADOS UNIDOS
El
movimiento “#MeToo” que se realizó en Estados Unidos, causo un gran impacto en todo
el mundo, y eso fue debido, que, en el mes de octubre en el 2017, una
publicación salió a la luz por parte de The New York, en el que mencionaba una
gran cantidad de acusaciones sobre el acoso sexual que se habían realizado
durante mucho tiempo.
Un
magnate llamado Harvey Weinstein, perteneciente de Hollywood, fue despedido de
su propia empresa y al llegar esta noticia, todas las artistas que estuvieron
trabajando con él, alzaron la voz, ya que habían sufrido acoso sexual durante
su cargo y por otros hombres que eran demasiado poderosos.
El
#MeToo permitió que todas las mujeres que habían sufrido acoso sexual alzaran
la voz y demostraron que el problema era mucho más grande de lo que pensaban.
En si este movimiento no inicio en el 2017 sino en el 2007 por Tarana Burke,
pero no tuvo ese éxito, ya que no tenía ese poder de ser visible como las
actrices.
En el
año de 2016 un grupo de chicas jóvenes empezaron a utilizar las redes sociales
para crear una plataforma en el que varias mujeres empezaran a realizar sus
denuncias por haber sufrido acoso y por supuesto también se suscitó en México.
Una
periodista francesa llamada Sandra Müller lanzo #BalanceTonPorc, que significa
“Denuncia a tu cerdo” un día antes de que se lanzara #MeToo por Alyssa Milano,
en el que estaba incitando a toda la población mujer francesa a denunciar a sus
acosadores, pero lamentablemente no fue muy difundido como #MeToo en todo el
mundo.
Un mes
después, en Francia ,el presidente Emmanuel Macron, menciono en su discurso
,del Día de la lucha contra la violencia hacia las mujeres: Que los criminales
que se dedicaban a acosar,agredir,etc.., no debían darle alguna excusa por sus
actos inmorales y que era indispensable de que fueran identificados y por ende
llevados ante la justicia, además de que la sociedad debía estar unida y
defenderse unos a otros para que este tipo de actos no pasaran por alto, para
que así las mujeres francesas no tuvieran miedo de salir y pudieran vivir con tranquilidad. Además de
que no quería que la relación entre hombre y mujer existiera un dominio, ya que
él no consideraba estar en una sociedad puritana.
Al
decir esto el Presidente de Francia, hizo mención de un elemento muy importante
de una vieja disputa cultural que tenía con Estados Unidos: Y esto era con
respecto a las relaciones entre hombres y mujeres, con una una oposición que
existía entre las valoraciones francesas y estadounidenses.
A
pesar de que esas dos naciones marcaron al mundo con una aspiración de
“Igualdad y libertad”, La cultura latina tiene una manera de expresión distinta
a las otras dos y en especial con lo que respecta a la sexualidad. Esta
diferencia que existe entre las culturas, se ha caracterizado a Francia como
una nación que no teme del sexo, que sabe practicar la seducción y por supuesto
que está enamorada del amor, y a Estados Unidos a ser considerado como un país
en el que son puritanos reprimidos.
Tiempo
después, en Francia llego la regulación del acoso sexual en el trabajo. Así que
a mediados de los 80’s en la comunidad europea se volvió prioridad política el
tema del acoso sexual. La Suprema Corte de Estados Unidos le encargo a Michael Rubinstein
una investigación, en el que mencionaba la problemática del acoso sexual en la
comunidad europea y también definiendo el acoso, como un acto en el que se puede
causar tanto físico o verbal y en el que la víctima se pueda sentir vulnerable
u ofendida.
En el
año de 1992 la Comisión Europea decidió incluir a los hombres para que hubiera
una protección digna en el espacio de trabajo. Y además en ese mismo año
Francia decidió que en el código penal se incluyera el hostigamiento sexual.
Veronique
Neiertz, una ministra de Derechos de la Mujer, propuso que para que se evitara
caer la “represión a la americana”, el hostigamiento tenía que tomarse como:
“Un abuso de poder de autoridad, pero no entre colegas”. El trabajo de
Marie-France Hirigoyen mezclo elementos de la perspectiva radical con términos terapéuticos,
para así poder introducir el concepto de “acoso moral”. Hablando un poco de Hirigoyen,
es una psiquiatra /psicoanalista francesa, que se formó en Estados Unidos en victimología,
donde tuvo oportunidad de asimilar el problema del mobbing. Además, interpreta acción
de acoso moral como una conducta en el que se dirige a producir desde un miedo
hasta desanimar y principalmente esto se da en el espacio laboral, pero por
supuesto no solo es en lo laboral.
Se
dice que una situación de acoso que ha sido muy prolongada durante algún tiempo
puede ocasionar que la víctima acuda al suicidio, ya que no encuentra otra
escapatoria que la muerte.
El
principal objetivo del “acoso moral” es que la víctima, que suele ser como un
objetivo peligroso, deje su puesto de trabajo, sin que la persona acosadora se
haya manchado las manos. A Hirigoyen, le pareció el acoso sexual como una forma
de acoso moral y aunque añaden a ambos sexos, la mayoría que ha tenido una
cantidad de acosos es la mujer y esto debido a algunos hombres que suelen tener
una jerarquía superior a la de ellas.
Además,
señalo varias categorías de acoso sexual:
- El
acoso de género, que consiste en tratar a una mujer distinto porque es mujer,
con observaciones o comportamientos sexistas
- El
comportamiento seductor
- El
chantaje sexual. (el único que se penaliza en Francia).
- La
tención sexual no deseada.
- La
imposición sexual
- El
asalto sexual.
En 1995,
Una historiadora llamada Mona Ozouf soltó una gran bomba en la guerra cultural,
ya que comparo al feminismo estadounidense con el francés y sostuvo que la
relación que había entre mujeres y hombres era totalmente en Francia que en
Estados Unidos. Y según ella el feminismo en Francia se había desarrollado una
especificidad más benéfica, muy distinta del “agresivo diferencialismo estadounidense”,
en el cual la figura de las lesbianas que odian a los hombres y los consideran
a todos como violadores y por supuesto acosadores, que desempeñan un papel preponderante.
A lo que su libro causo un intenso debate e irrito a feministas de los dos
lados del Atlántico.
Elizabeth
Badinter ya antes había hablado sobre la excepción francesa, en el que hacía
referencia la relación entre ambos sexos, además comento que en Francia existía
una relación privilegiada entre mujeres y hombres, en cual consistía en tener más
dulzura, mayor solidaridad y un plus de seducción que se le da en otros países,
por lo que llego afirmar que lo que horrorizaba a los franceses (tanto hombre o
mujeres) era la guerra entre sexos o su segregación. Además de que hasta eso
los franceses tenían éxito, porque ellos no le tenían miedo a las mujeres que
los anglosajones.
Con
respecto a Ozouf que califico la singularidad francesa y Badinter llamo la
excepcionalidad francesa, a ambas les llegaron fuertes críticas por querer
mistificar una identidad nacional.
Mientras
tanto una figura intelectual feminista estadounidense, critico a Ozouf por
estar postulando con reduccionismo y simplismo una identidad construida como si
fuera una esencia en común. Tal que definió a esa postura desde una perspectiva
psicoanalítica, como un intento de proteger la integridad de un feminismo
francés imaginario de la perversión de un también imaginario feminismo
americano.
En el
2011,hubo un caso de agresión sexual de parte de un Político llamado Dominique
Strauss Kahn hacia una camarera afroamericana en un hotel en Estados Unidos,
causo un gran impacto ya que el Gobierno de Estados Unidos tomo cartas en el
asunto de tal acto inmoral hacia la camarera , y no solo tomaron la declaración
de ella ,sino de varias denuncias que salieron a la luz de distintas mujeres,
cosa que algunos franceses clasistas,racistas,etc., al enterarse declararon su
opinión defendiendo al agresor, ya que para
ellos no tenía nada de malo de que el hombre haya tocado a la camarera. Y tal
hecho indigno no solo a los estadounidenses sino también a miles de franceses
por tales comentarios fuera de lugar. Por lo que en esta situación se puede ver
la clara diferencia de que ambos países: piensan, opinan y actúan de diferente manera.
Tal que a los estadounidenses no les ha importado si es un político, artista o
un importante personaje que comete un acto de violencia, prefieren hacer
justicia, que siga en libertad haciendo sus fechorías, mientras que en Francia
eso lo toman sin importancia y prefieren olvidar esa situación, para no
perjudicar al agresor que acosa a las mujeres y más si son famosos.
LA CONTROVERSIA EN MÉXICO
Un
piropo es distinto de una grosería, y una grosería es distinta de un manoseo.
Una agresión sexual no es una violación, y una violación individual no es lo
mismo que una violación tumultuaria. Si el acoso se considera como una conducta
que “perturba con insistencia”, un comportamiento no deseado, verbal o físico,
que esporádicamente crea una situación intimidatoria, hostil, humillante u ofensiva,
¿esto se puede considerar como acoso?
En el
2017, una mujer llamada Tamara de Anda denuncio a un taxista por decirle
“guapa” y el cual lo calificó como un acosador, lo que provoco que el taxista fuera
acusado por decir tal palabra fuera de lugar y el que se quedara varias horas
en la cárcel por no haber pagado su multa.
Por lo
que aquí se puede notar que cualquier palabra que le emita el hombre
desconocido hacia la mujer, esta se sienta atacada u ofendida, pero si es un
conocido que le emite esa palabra de lo que es un halago, le provoque bienestar
y no sintiéndose acosada.
Lo que
destaca Bolívar Echeverría es que la americanización, es un fenómeno que en México
debido a la dependencia que se tiene con los vecinos, es decir, que nuestra
mirada está en Estados Unidos. Y esto por supuesto ha influido en nosotros.
May
Diets planteo hace unos años que “el contexto es lo que cuenta”. Un intenso
debate del movimiento feminista estadounidense que ha enmarcado la disputa
feminista en todo el mundo, y por supuesto México no ha sido la excepción, de
la que ha escapado de su influencia teórica y desde luego política.
Las
posturas de grandes sectores de la sociedad sobre la sexualidad están
atravesadas por una doxa. La doxa se expresa en una doble moral que condensa
las concepciones sociales en torno a lo que significa ser hombre o mujer y, en especial,
valora de manera diferenciada las actividades sexuales de las mujeres y de los
hombres
Según
Caro Baroja, los conceptos de “honra” y “vergüenza” en España, están vinculados
de manera diferenciada a la sexualidad, ejercieron gran presión sobre las
sociedades de épocas posteriores. En la conquista esta valoración diferenciada
se trasladó a la Nueva España e impacto en los códigos de los antiguos
mexicanos.
En la
Tradición Judeocristiana las virtudes femeninas con respecto a la sexualidad
son la castidad, la fidelidad y el recato, mientras que la sexualidad femenina
fuera de los marcos de la decencia, o sea, de una relación estable y amorosa,
produce rechazo y escandalo: la mujer mancha su reputación
En
México la negación del deseo sexual femenino se contrapone a la creencia de que
los varones requieren “variedad sexual”, para su salud, por lo que
tradicionalmente ha sido aceptado que tengan múltiples encuentros sexuales no
sólo antes del matrimonio, sino incluso después; y también que no sean
estigmatizados por tener aventuras. Además, la simbolización heteronormativa de
la sexualidad es la de un servicio que requieren los hombres y que las mujeres
son las que lo otorgan, es decir, en el ámbito privado las novias y esposas lo
hacen amorosa y gratuitamente, mientras que en el ámbito público las
trabajadoras sexuales cobran.
El cómo
tomamos las palabras quiere decir que nuestro contexto es uno de doble moral
sexual. Las creencias y las prácticas sexuales de grandes sectores de nuestra
sociedad siguen moldeadas o condicionadas por la “doxa” de raigambre religiosa
que anteriormente se había mencionado. El cual transmite la idea de que los
hombres son considerados como los cazadores y las mujeres tomadas como las
presas, ya que si las mujeres no quieren ser cazadas es mejor que se queden en
sus hogares, en el cual así se podrán encontrar bien resguardadas y no ser una
presa más. A lo que se puede interpretar como machismo, el cual marca el
espacio público como masculino.
En
México la legislación sobre acoso, abuso y hostigamiento sexual es diferente en
cada entidad federativa, e incluso la definición de los términos es distinta.
Estefanía Vela encuentra la existencia de un grave
problema de acceso a la justicia para la violencia en el trabajo que viven las
mujeres.
Ella considera que pocos de los delitos de acoso y
hostigamiento sexual llegan ante tribunales y ésto tiene que ver con lo que
implica poner una demanda en el sistema de impartición de Justicia: desde la
falta de capacitación de los funcionarios públicos y el machismo de muchos de
ellos hasta los lentos procedimientos para levantar una denuncia, sin hablar
también de las insinuaciones de "facilitar" el proceso mediante una
"contribución económica".
Duncan Kennedy analiza el abuso sexual y señala que
existe abusos de mujeres a hombres; de hombres a otros hombres; y mujeres a
otras mujeres, pero él sólo analiza el abuso de los hombres hacia las mujeres.
Él define abuso sexual como algo que los hombres les hacen a las mujeres, en
parte porque son mujeres, y aunque está jurídicamente restringido "al
mismo tiempo se tolera".
Kennedy sostiene que gran parte del comportamiento masculino
aceptado es abusivo y plantea como eje central de su argumentación el hecho de
que existe un profundo conflicto de intereses entre mujeres y hombres respecto
a la prevención del abuso sexual. El conflicto de intereses entre mujeres y
hombres se profundiza por el control masculino de los procesos legislativos,
judiciales y administrativos, pues la clase dirigente es masculina, el sistema
jurídico condena en abstracto el abuso sexual de las mujeres por parte de los
hombres y al mismo tiempo permite que se toleren muchísimas formas de abuso.
Plantea que hay abuso porque hay normas sobre lo que
debe ser una mujer, en especial, sobre cómo debe comportarse y arreglarse: la
ropa significa y manda mensajes.
El abuso sexual impone normas culturales y es un elemento
estructurante la construcción de la sexualidad femenina y la masculina. Él
retoma el concepto erotización de la
dominación -presente en los productos culturales- con el cual nombra el
hecho de que tanto hombres como mujeres se excitan con vivencias e imágenes de
dominación masculina sobre las mujeres.
Considera que para eliminar el abuso habría que
ampliar la voluntad de denuncia de las mujeres y que la definición de abuso
debería ser más cruda para las mujeres que mienten sobre el hecho de haber sido
acosadas.
Todas las personas deberíamos tener un interés erótico
en reducir el abuso, pues seríamos más libres sexualmente, pero el discurso
social del acoso en lugar de favorecer tal opción la dificulta.
La forma en que cada vez más se denuncia el acoso
plantea un grave problema, pues a confundir distintas prácticas machistas con
una conducta que supuestamente tiene un origen sexual genera intentos de
imponer cierto control a la conducta sexual de los ciudadanos.
La vida social, en todas las culturas del mundo, se ha
organizado en torno a la sexualidad y, en específico, a las relaciones
sexuales, y ha desarrollado expresiones y normas distintas en cada variación
local. Gayle Rubin expresa: los actos sexuales están cargados con un exceso de
significación.
En nuestro caso, el discurso cultural dominante ha
simbolizado y representado a la sexualidad como peligrosa para las mujeres. Las
feministas han luchado por transformar la representación y para que el
movimiento feminista hable igual de
poderosamente a favor del placer sexual que como lo hace en contra del peligro
sexual.
En la disputa en relación con el acoso participan
muchas personas que se encuentran en cómodas ante la liberalización de las
costumbres sexuales y que han encontrado la forma de encauzar políticamente esa
incomodidad.
Katie Roiphe considera que la obsesión por el
consentimiento y por las reglas sexuales expresa una fe utópica en la
posibilidad de crear un mundo sexualmente seguro y señala que la sexualidad es
todo menos segura.
Siempre ha existido una conflictividad inherente a la
sexualidad humana, que Freud calificó de malestar en la cultura y
consiste en el irremediable antagonismo
entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura.
Russell Jacoby Define amnesia social aquella que
elimina de la dinámica sociopolítica la memoria y dificulta comprender que nos
está pasando. La amnesia social le sirve a la dinámica sociopolítica de la
época actual, que transmite la creencia de que todo puede ser conocido, e ignora
las rupturas y desplazamientos que provoca la existencia de lo inconsciente.
Por la amnesia social no sólo se olvida lo que sabe el
psicoanálisis; también se olvida ciertas cuestiones cívicas básicas como la
responsabilidad personal. Ahora bien, no va a ser fácil acabar con el quid pro quo, pues el intercambio de
favores sexuales por otras cuestiones es una práctica ancestral. La sexualidad
instrumental, que es muy frecuente, se contrapone con la sexualidad expresiva.
Distintos grados de necesidad llevan a muchas personas a realizar variados
tipos de intercambio sexuales. En las denuncias del #MeToo y #BalanceTonPorc
precisamente lo que se olvida es que muchas de las denunciantes obtuvieron algo
a cambio. Para eliminar la práctica de usar el capital erótico para obtener
algo a cambio faltaría antes redistribuir el capital económico y político que
sigue mayoritariamente en mano de los varones. Es evidente que también habría
que eliminar la precariedad laboral y garantizarle a todo ser humano servicios
médicos y seguridad social por el solo hecho de estar vivo. Eso reduciría los
intercambios desesperados y sórdidos que hacen las mujeres.
La política neoliberal que integra las mujeres como
mano de obra barata a un mercado voraz, ha abordado la reproducción de la
desigualdad entre mujeres y hombres con el discurso de que las mujeres son
"víctimas" que deben ser protegidas.
Las francesas introducen un asunto fundamental cuando
señalan: para aquellas de entre nosotras
que han elegido tener hijos, estimamos que es más juicioso educar a nuestras
hijas de manera que estén lo suficientemente informadas y conscientes para
poder vivir plenamente su vida sin dejarse intimidar ni culpabilizar.
El reclamo es el de la intervención punitiva, que
provoca una respuesta individual negativa: a más reglas, menos responsabilidad
personal. Se necesita más educación y menos castigos.
Duncan Kennedy calificó a los conflictos como “ crisis
cultural que amenaza socavar los otros elementos de la Gestalt” y Marcel
Gauchet lo califica de “mutación antropológica”.
Algunas de las prácticas que se engloban bajo el
término “acoso” se producen y legitiman dentro de lo que Erving Goffman nombró como
“el arreglo de los sexos”, se desarrolló a partir de conceptualizar la
diferencia sexual como un código fundamental según el cual se construyen las
interacciones sociales y las estructuras sociales.
Gracia a las creencias se considera que las
diferencias entre hombres y mujeres son algo dado biológicamente, en lugar de
atribuirlo a la organización social.
El “machismo” desempeña un papel fundamental en esta conflictividad
social; los machistas no sólo se ensañan con las mujeres, sino también lo hacen
con los gays, las personas trans y con otros hombres.
Bordieu postula que “lo esencial de la dominación masculina
es la violencia simbólica”, ya que impide que las personas dominadas no se
reconozcan como tales.
Ximena Andión
mencionó que habría que precisar las definiciones de abuso sexual, acoso sexual
y hostigamiento sexual y así lograr su homologación en los distintos códigos de
nuestro país. También mencionó que habría que distinguirse entre un roce
involuntario, incluso una erección involuntaria, de un acercamiento deliberado.
En México el movimiento #MeToo demostró que se puede
denunciar sin vergüenza de haber sido acosada. Lo que en otras partes de llama “violencia”,
en México constituye una condición esencial de nuestra experiencia cotidiana.
Comentarios
Publicar un comentario